jueves, 30 de junio de 2011

Cordura

Tú eres los demonios.
Tú eres la oscuridad.
Tu alma está en juego. Tu alma es la luz.
La disipación es la amenaza.
No capitules la clave. Solo disuélvete.


Los problemas de la humanidad no son metafísicos. Son personales.

La condenación está en ti. También lo está la salvación. Tú eres el príncipe de las tinieblas. También eres el príncipe de la luz. Ninguno de los dos puede ser expulsado de ti mismo. El arreglárselas valientemente con esa dicotomía es lo intenso de esta existencia.

La inercia es a favor de la oscuridad. La gloria es a favor de la luz. Si no haces nada, te deslizas hacia la oscuridad. Si haces el más mínimo esfuerzo hacia la luz, serás ayudado. Lucha por la luz. Puesto que el costo es la disipación –del alma, de la mente, del cuerpo, de tu humanidad misma.

La clave de todo esto es tu cordura. Tienes que luchar por mantenerla. Ella media entre la luz y la oscuridad.

Si quieres terminar con la dualidad, debes disolver tu cordura en el todo universal. No lo hagas hasta que estés listo, porque no hay vuelta atrás. Hay una tremenda diferencia entre la disipación de no hacer ningún esfuerzo, y la disolución que uno puede lograr como coronación de un acto espiritual.

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