jueves, 30 de junio de 2011

Noche




En el vasto océano de la noche,
El sol, la luna y la tierra se alinean,
Sacando a la tierra de su redondez
Y haciendo rugir las mareas.
Tal es el poder de la noche.


Noche. Tú eres la madre de todo. Tú exististe antes que todo. Tú eres el escenario, la tela, el soporte completo del universo.

En ti el misterio es abstruso, más oscuro
 que las aguas más profundas, más negro que el sueño de los sueños. Eres una fertilidad inconcebible, un reino salvaje e incontrolable del cual brotan la rareza, el poder, la creatividad y la mutación. El milagro del nacimiento viene de ti. Y el horror de la muerte. Esa es la razón de que tanto nos confortas como nos asustas.
Las estrellas y los planetas están esparcidos como perlas luminiscentes a través de ti. Tú las ensartas sin esfuerzo en tu corriente, y el tiraje de la sizigia es tan tremendo que la forma natal de la tierra es sacada de su redondez, los océanos exceden sus bordes, y las cabezas y corazones de todas las criaturas del planeta son hechos retumbar y cuestionarse en deslumbrada confusión

Cuando las estrellas y las novas estallan, una energía incalculable es desatada -explosiones de tal magnitud que el intelecto y los instrumentos humanos no podrían esperar medir ni siendo cientos de veces superiores- y sin embargo esas llamas se extinguen, petardean, se vuelven meros tenues rescoldos en la suprema expansión que es la noche.

Noche. Tú eres la madre sin una madre. Tú eres el misterio, el poder, y la soberana de todos los tiempos.

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